
Digitalización en el transporte: tecnología sí, pero con sentido humano
Artículo de opinión del director de Sistemas Marcos Fierro en Cadena de Suministro
En el sector del transporte, la digitalización no es un proyecto, sino una realidad palpable. Y cuando hablamos de realidades, estas son tantas como los diferentes nichos de actividad, tamaño y cultura de la multitud de compañías que conforman este sector de actividad. Y en este contexto podemos decir sin ningún tipo de complejo que siempre ha habido innovación y digitalización. En cada época en función de las tecnologías disponibles.
Leemos, escuchamos, hablamos de sistemas de gestión de rutas, plataformas de trazabilidad, IoT, analítica avanzada, inteligencia artificial…datos, datos y más datos. Hoy las decisiones viajan casi tan rápido como las mercancías. Pero en esta carrera por automatizar, hay una pregunta que conviene no pasar por alto: ¿Quién decide qué digitalizar, y para qué? ¿Cuál es el propósito?
La tecnología por sí sola no transforma nada. Parece obvio, cuando son las personas quienes marcan el rumbo. Y en un sector tan complejo, como el transporte, la experiencia humana no es sólo valiosa: es insustituible.
Los proyectos de digitalización más exitosos no son necesariamente los más avanzados técnicamente, sino aquellos que han sabido involucrar a quienes realmente conocen el negocio desde dentro y tienen claro cuál es el propósito y valor para sus compañías. A veces nos centramos en la eficiencia, hacer algo y hacerlo bien, más que en la eficacia, hacer lo hay que hacer. No es extraño que se planteen proyectos de mejora con la bandera de la eficiencia sobre tareas que no hay que hacer porque no aportan ni a la cuenta de resultados ni al bienestar de las personas, lo fundamental.
Los agentes de IA van a cambiar para siempre el trabajo que se hace en los departamentos de supply y departamentos logísticos
La clave el éxito está en poner el foco en el propósito, no en la herramienta, en este caso, la tecnología. El psicólogo Abraham Maslow dio a conocer la “ley del instrumento” o el Martillo de Maslow, que se refiere a la tendencia a utilizar siempre las mismas herramientas para gestionar todos los problemas, dado que no van a generar los mismos resultados en todos los proyectos de mejora. Las herramientas nos pueden dar superpoderes, como la IA, pero sólo si sabemos traducirlo a beneficios tangibles. Sólo si tenemos buenos datos en nuestros procesos, sistemas y personas que sepan interpretarlos. Si no, será solo “IA washing”. Porque la “IA” vende. En un entorno donde todo el mundo quiere parecer innovador, muchas empresas incorporan el término a sus propuestas comerciales o discursos sin un respaldo técnico real o de negocio.
La digitalización no se impone, se construye. Ahora que la inteligencia artificial parece capaz de responder a todo, es más importante que nunca recordar que las decisiones clave siguen siendo humanas: qué problema resolver, con qué enfoque, y qué impacto tendrá en la operativa real. No se trata de ralentizar la innovación, sino de dotarla de sentido. De alinear la tecnología con las personas, no de reemplazarlas.
En definitiva, digitalizar no es solo incorporar herramientas nuevas: es transformar con inteligencia, criterio y propósito. Y para eso, necesitamos menos “código” y más conversación. Más escucha. Más experiencia. Más personas en el centro. Y con ello podremos sacar el máximo rendimiento a las oportunidades que nos brinda la tecnología.